Nunca me había sentido así de sobrio y lleno de mundo, solo basta con abrir mis ojos para entrar en un estado de calma preocupante.
Salgo a diario con un objetivo a la calle y regreso con diez oportunidades de las cuales solo dos son serias. Es difícil y agotante sobresalir en un mundo donde todos compiten por dinero; modificar mis necesidades a las suyas es desgastante pero necesario y ahora solo busco un espacio que me deje ser quien soy sin que me estén comparando con la humanidad que parece ser mejor que yo.
Suelo ser muy flexible, pero de tanto retorcerme siento que se quebranta mi alma y no hay paso atrás para curarme. Ya estoy inmerso acá, tengo que resistir o morir pues lastimosamente son limitadas las opciones de este mundo, acá solo saben encubrir muy bien estas grandes verdades.
Un cigarrillo solía calmar mi cuerpo, ahora no hay cantidad excesiva que pueda comprenderlo; solo me quedaba allí horas en tiempo mente observando como se consumía, observando cada fibra de tabaco que iba muriendo en calor, cada resto de humo en cenizas que nacía de la muerte para deleitar mi vista y luego esfumarse en la nada para nunca más ser visto (soy un afortunado de haber observado esa belleza en donde solo quedaba muerte) eso me llevaba a una clama que parecía éxtasis, ya no es así. Una palabra de aliento también solía calmar mi alma, pero ahora no hay halagos que puedan levantar-la solo me quedaba allí en tiempo mente pensando por qué esas personas querían hacerme sentir bien ¿realmente yo era buena persona o simplemente lo hacían por agradarme? lo bueno es que yo nunca acepto los halagos fuera de mi boca, pues solo yo sé lo que soy y lo que no soy; pero lo más importante, lo que soy para la gente. Así que dejo que hablen y dispongan de mis emociones libremente en el momento, pero en mi momento nunca me tocaran.
Llorar nunca ha sido mi estilo, pero debería. Dejar correr esos ríos de dolor sobre mí me hace falta ya, de hecho no recuerdo la ultima vez que lo hice, simplemente no salen, está seco el manantial de lagrimas que venia incorporado cuando nací, o tal vez yo he cerrado la llave con algún suceso de mi vida, si, es eso, ya he desperdiciado mucha agua en mi infancia y por eso no necesito derramar más, es mejor que allí se queden guardadas para cuando decida invocar el segundo diluvio.
Salgo a diario con un objetivo, pero esta vez salí con dos. El primero murió cuando salía de mi primera deserción del día, pero el segundo que era nuevo, vigoroso y rebelde me dejo vivir un poco más porque era egoísta, él quería que lo hiciera realidad sin importar cuanto me tocara sufrir.