Hubo una noche donde se consumieron mil noches:
Los recuerdos, los placeres, las peleas y el licor de mil noches hicieron presencia sin consultarme. Como casualidad de la noche, fueron llegando las personas que en mil noches vería y al compás de la música bebieron y bebieron hasta acabar la ultima gota de mil noches en licor.
No fue malo, no fue bueno, fue más bien intenso y agotador. Las luces desaparecían mientras las estrellas salían, salían los perros y los gatos, que amenizaban la noche con su color oscuro y olor marrón.
Marrón, ese era el color del ron, que con tanto fervor tomamos para olvidar. No solo era yo, eran 2 y 3, 4 y 5 más los que allí sentados olvidaban. La amargura de cada uno era distinta y cercana, por eso la vida nos congrego en ese punto para olvidar.
En la cara de algunos se veía la soledad que los rodeaba, en otras, se veía el deseo que los inundaba,mientras que en la mía... bueno la mía era distinta, "no por ser distinta era distinta" era distinta por ser igual. Mi cara tenia el deseo de la soledad.
Vagabundo y melancólico, estúpido he ingenuo buscando siempre los deseos, me encontraba allí sentado balbuceando el conocimiento que no debía ser otorgado por mí.
Solo, solo, debí quedarme solo, era mejor desear al mundo en mi soledad que en compañía, aun no comprendo que mi actitud puede ser abusiva cuando te tengo en frente, no me controlo y solo deseo, no pienso, no razono y soy tan poco sabio que deberían ocultarme para no hacer más daño.
Mil noches en una noche, cuanto desearía tener el tiempo de las mil noches para poder vivir en cada una un segundo de esta noche, y así disfrutar de cada deseo y de cada soledad.
