Cuando camino veo la cara de la ciudad que me dice… ¡no me
leas! Ella quiere ocultarse de mí porque
hay algo que la avergüenza, tal vez sea esa moralidad de doble cara que
contienen sus transeúntes, que caminando, la inundan de incalculables destrozos
he historias falsas que la avergüenzan por no ser quien dicen ser. Basta con salirse de lo corriente para
asegurar que llamen a la moral como juez
de quienes no se postran ante tales artificios porque no les interesa
presentarse así.
Nada más decadente que el extremismo de esta ciudad, acá la
libertad solo se vive de la constitución ha hoja cerrada y de la cárcel hacia
dentro ¿qué más libertad que no tener
que pagar servicios, comida y ropa en esta sociedad? ¿Qué más libertad que no
estresarse por tener que madrugar a trabajar y cumplir horarios? ¿Qué más
libertad que disponer de tu tiempo para hacer ejercicio, jugar damas o fumar un
cigarrillo? Allá si se ve la libertad, todos piensan que pasan maluco pero que
va, pasan mejor y con plata de nosotros.
Extremismo, ahí nos habíamos quedado, es que en esta ciudad
o se es del verde o se es del rojo, se es de derecha o se es de izquierda, se
es roquero o se es farrero, eso a mí me pone de puntapié, no soy capaz de
imaginar un parche metalero con un amigo que baile reggaetón, no soy capaz de
imaginar un párroco hablando con las demás creencias religiosas, no me imagino
2 hinchas de distinto equipo después de un partido clásico estrechándose la
mano. Acá no se puede hablar de libertad,
a esta ciudad le falta mucho para dejarse leer como es realmente y con esto me
refiero a una mescolanza hermosa de géneros,
culturas, artes y de más. Falta mucho para que lleguemos al limbo de nuestro
ser, falta mucho para que aceptemos la neutralidad de las cosas, falta mucho
para dejarnos deslumbrar por lo raro que
realmente no es raro aun que tu mente psicópata lo lleve al tánatos por no
dejarlo vivir como realmente es, con la libertad del caso y del individuo; pero
eso está bien, bien bueno para arriba, porque controlar sí que es un deleite cuando
te hacen caso, pero mal, muy mal para el de abajo, porque es muy difícil defender
la locura cuando de necesidad se habla. Por eso allí nace el arte, para ser ese
loco pero con estatus, para poder ser neutro
y hablar de lo que realmente
pasa, para ser lo suficiente mente genio como para plasmar en una obra un gran
insulto y hacer que aquel para quien iba dirigido, compre tu obra porque sabe
que es arte, lenguaje codificado que tal vez algún día decodifique, cuando deje
de ser borrego y comience su carrera de artista. En ese momento dirá (vendito
sea el día en que compre esta obra, porque en ella me encontré al vaciarme sin
tabús. Gracias obra por insultarme en la cara).