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jueves, 5 de marzo de 2015

Homenaje al amigo que perdió este mundo.


Lo que escribo sale de mi experiencia un poco ajena a la familia Pérez Montoya con todo el respeto y en homenaje al amigo que perdió este mundo.

Un entorno pesado y oscuro lleno de luto. Así es como siento las calles vacías de este municipio.
Alejo, aquella alma que creció junto a la generación de jóvenes artistas en sabaneta, ha dejado sin aliento a más de uno. Su muerte repentina nos ha conmovido a todos y puedo asegurar que al principio parecía un chiste de mal gusto… Nos hubiera encantado que lo fuera.
En primera instancia al leer la noticia, mi reacción fue pensar en el flaco y su rol como hermano. Inmediatamente me puse es sus zapatos y comencé a derramar pequeñas lágrimas de angustia pensando cómo sería si mi hermano muriera. No fui capaz de seguir.
Ciertamente alejo era el hermano de todos aquellos con quienes compartía sus días, solo ver y escuchar la reacción de sus amigos al hablar me confirman que en él había un alma abierta, sin prejuicios, alegre y sincera. Él era el hermano, el hijo, él era la vida y la fiesta.
Según me cuentan, su padre ha dicho las palabras más duras de pensar para un papá, con la voz entrecortada y con la fuerza que lo caracteriza dice “Uno como padre nunca espera ver morir sus hijos” y es que no es normal, no es el ciclo de la vida, es anti natural que un padre o una madre pierda el mayor legado que ha dejado para el mundo.
La muerte no es más que el sin sabor de la presencia física, es un estado neutral donde el bien y el mal no existen, donde la serenidad arrulla para siempre el alma y el cuerpo vuelve a ser parte de todo. Las personas nunca se olvidan y eso es lo más importante… llevarlo en el corazón.

Que en paz y armonía descanse el alma de alejo y disfrute de esta nueva etapa de su existencia, que en la memoria colectiva de todos nosotros siempre esté presente.
De un amigo que nunca tuvo Ecr.