Allí estaba yo, sentado de frente a mi realidad, una que
había creado, pero, sin la intención de crear.
Los miedos, los desenfrenos, las caricias, las palabras han
hecho de mí quien no era, hoy soy nuevo al igual que ella, hoy soy alguien más
y en el ayer dejé lo que amaba.
Quiero que sepan que no vengo a escribir sobre amor, porque
de eso tengo mucho por decir. Realmente yo escribo de lo que poco sé, porque
así lo voy descubriendo al igual que ustedes a mí.
Tengo miedo, tengo mucho miedo por saber que va pasar en mi
vida, y cada segundo que pasa son infinitas posibilidades de lo que pudo pasar,
tal vez al estar acá sentado escribiendo mi otra realidad esté allá afuera
amando o bebiendo, qué sé yo.
En este momento de mi vida tomo como prioridad unificar
caminos, aquellos que desde pequeño me he encargado de abrir, como por ejemplo,
la música, el arte, la comida, el arte, soñar, el arte. El arte de hacer cada
cosa, disfrutarla, llevarla a su cabalidad, a lo más profundo de lo que pueda
escarbar, más allá de mi sudor y mi delirio. Quiero apasionarme de nuevo con
los detalles, vivir en éxtasis profundo y armónico con lo que me rodea, pensar
en viajes y amigos, cerveza y libros, vivencias y mundos que debo conocer de la
mano de personas que tal vez aun no llegan a mi vida.
Hoy soy nuevo y mañana también, hoy soy tan racional como en
mis sueños y llevo la fantasía en mis lamentos. Querer que no fuese así es de
lo más desgastante que he hecho en mi vida, soñar he imaginar mundos perfectos
cuando realmente la realidad se torna perfecta en cada acción que nos atraviesa,
y encaja de manera única para que la vida se vuelva ese sin fin de historias
que contaremos cuando viejos. Sigo con mucho miedo pero dispuesto a seguir.
Ayer estuviste y mañana también, por eso me alegro de que mi
mente sea atemporal.
Ecr