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lunes, 18 de mayo de 2015

El hombre solitario

Rodeado de dos mil doscientas ochenta y dos personas se encuentra el hombre más solo, allí sentado, nauseabundo, con la mirada pérdida como de quien no sabe en dónde está.  
Alguna vez también fue niño  y no era tan solitario, normalmente se sentaba junto a su pájaro “pachito” con quien tenía el gusto de conversar cientos de minutos al día. Era triste, pues aquel pájaro solo estaba allí porque no podía volar, él no era como las personas que van  y vuelven cuando quieren, él estaba obligado a permanecer junto al hombre solitario. Sin más qué hacer, aquel  pájaro se adaptó a estar junto aquel hombre cientos de minutos al día y cuando el hombre no podía, el pájaro cantaba en su búsqueda. Eran tal para cual, los dos tenían restringido la esencia de su existencia, ni volar, ni amar.
Aquel hombre sigue perdido, sigue angustiado y solitario, las personas que conoce pasan a su alrededor día y noche, atormentando sus sueños y antojando sus tristes tardes, él sabe que por dónde camine no encontrará a nadie más que advierta de su existencia aunque sea querido por doscientas ochenta  y dos personas.
Es triste verlo cruzar caminos que terminan en barrancos, un salto al vacío es la única forma de escapar de ellos y dejar atrás los pájaros sin alas que aclaman por él, dejar morir los sentimientos que por segundos él despilfarro como quien no tiene con quien compartir su fortuna.
Él busca algo, él busca cortar sus alas para amar el resto de su vida.

Ecr

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